Una buena distribución de los recursos necesarios para el mantenimiento en el taller resulta de gran ayuda a corto plazo. Considerando los procesos específicos de un taller de mantenimiento vemos que está en nuestras manos reducir ineficacias desde su puesta en marcha. Concretamente podemos generar reducciones de:
- Tiempos de puesta en marcha de los trabajos.
- Tiempos de espera en el proceso de trabajo.
- Contaminación entre procesos de trabajo que causan re-trabajos.
- Tiempos de evaluación de trabajos en curso.
- Tiempos en el seguimiento de la trazabilidad de los trabajos realizados.
Es de sentido común que este impacto mejora la eficiencia del departamento de mantenimiento.
Para poder llegar a disponer de una distribución de taller óptima debemos evaluar diferentes aspectos de nuestro día a día:
- Flujo de personal: Considera el recorrido que hace el personal desde que llega a la entrada de las instalaciones hasta que accede a su puesto de trabajo. También considera si los operarios trabajan en parejas o bien si acompañan el proceso o sólo realizan alguna de las fases de proceso.
- Flujo de material: Considera el circuito y la localización que deben tener las diferentes tipologías de material (materia prima, recambios, consumibles, accesorios, etc.) respecto a la zona donde se van a llevar las diferentes fases de los procesos de trabajo.
- Flujo de recursos: Se refiere a los desplazamientos y ubicaciones de los equipos de trabajo (herramientas de mano, EPIs, máquinas, equipos de medición, equipos de elevación, etc.) respecto a la zona donde se realizan los procesos de trabajo y donde se realiza su mantenimiento para garantizar su disponibilidad futura.
- Flujo de procesos: Es el más importante de los flujos a considerar y hace referencia a las diferentes tipologías de trabajos que podemos llegar a realizar en nuestros talleres. Cada uno de los procesos se desgrana en diferentes fases que por su secuencia y por su tipología condicionan su ubicación respectiva de cara a delimitar las zonas de trabajo en el taller.
Algunos de estos aspectos son específicos de nuestra actividad. Otros aspectos pueden modificarse dependiendo de las necesidades del plan de mantenimiento existente a lo largo del tiempo. Es por ello que, en la medida de lo posible, convendría flexibilizar la distribución (biombos, mobiliario y demarcaciones móviles).
Una vez definidos los diferentes procesos de trabajo llevados a cabo en el taller desgranando dichos trabajos en fases, debemos cuantificar los procesos para vislumbrar claramente cuales son las fases y cuales son los movimientos entre fases más frecuentes. Por definición habrá contradicciones entre ubicaciones y es por ello que esta cuantificación es importante. Nos ayudará a priorizar la ubicación en base a maximizar el ahorro de desperdicios.
GRUPO GAHERMA SMI SL aplica este proceso a cada uno de los contratos de mantenimiento que desarrolla. Nuestra experiencia de casi 30 años en este sector nos ha indicado que este es un factor clave para incrementar la agilidad y la buena ejecución de las tareas de mantenimiento.
Autor: German Hernández Llorente